(Por Nury Arcia)
foto publicada en Nonciclopedia
Mi hijo se ha hecho un tatuaje "maori". Después de frenéticos debates vía email durante toda una semana llegó esta foto donde muestra su brazo derecho lleno de símbolos y diseños para mi incomprensibles ( si alguien tiene el sistema o el método de hacer cambiar de idea a un hijo que tiene 30 años y la cabeza más dura que un adoquín por favor les pido me lo diga)
No quiero ser anticuada y mucho menos bajarme del tren de la modernidad, ni mirar con ojos de tabú estos diseños en el cuerpo, los tiempos cambian inexorablemente y en nuestro siglo el tatuaje se ha ido sacudiendo de los antiguos prejuicios y la mala fama que lo acompañó, pero siempre e inevitablemente cuando miro uno de estos "tatu" me viene a la mente mi tío Manolo, hermano de crianza de mi padre, de profesión marinero como mi viejo. Un rostro de mujer, el de la primera esposa y madre de sus dos hijos, era impreso para siempre en el hombro izquierdo, otro dibujo en el de la derecha que no logro recordar, pero aquella imagen renegrida no la olvidaré nunca, en la misma medida que se arrugaba la cara de mi tía María, así mismo se arrugaba su rostro en el tatuaje. Por suerte mi padre, jubilado de la Marina de Guerra Cubana y veterano de la Segunda Guerra Mundial, no era hombre de excentricidades.
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Conocía de este pueblo de la Polinesia los maoris, una etnia que llegó y se estableció en Nueva Zelandia (un país insular del océano Pacífico) y del Haka, danza típica considerada erróneamente de guerra y convertida en un "performance" que los jugadores del equipo nacional de fútbol Rugby de ese Estado "All Blacks" realizan antes de cada encuentro deportivo, un ritual de bravuconería que ha pasado los confines de una cultura y un folclor para terminar en cualquier "spot" publicitario.
El tradicional tatuaje maori no ha tenido mejor suerte, en su aspecto más variado y decorativo se utiliza por los maoris para contar la historia personal de quienes lo muestran, una práctica que inicia con la pubertad y no acaba hasta el día de la muerte, una especie de símbolos que narran aspectos de la vida, el carácter y la personalidad, pero también son símbolos espirituales de la buena suerte o que representan la historia de la familia del tatuado.
Los tatuajes polinesios se dividen en dos tipos: Los Etua símbolos predominantemente religiosos y espirituales que son considerados por esos pueblos como talismán que protege a todo aquel que llevaba tatuajes en la piel y los Enata con un significado social y narrativo. Sin embargo, estos símbolos están estrechamente vinculados a una cultura que habla poco de sí misma, algunos han sido decifrados pero muchos otros no, por lo que nada asegura que la interpretación del mundo occidental de toda esta simbología no sea solo pura suposiciones y que al reproducir, aproximadamente, estos diseños solo se capta el sentido pero jamás la definición y muchísimo menos su esencia.
El "tattoo" maori es una forma de comunicación que se convierte en un código en la construcción de una imagen personal que establece su singularidad y que no puede ser reproducido sin correr el riesgo de hurtar una identidad, por lo que cómo ha podido extenderse como un "tatuaje de moda" entre los jóvenes de hoy y hasta en personas menos jóvenes, incluso sin grandes diferencias en género y clases sociales. La moda es sin duda un proceso de búsqueda de una apariencia externa que sea aceptada por otros y que permite posicionarte a par con la sociedad y la actualidad del tiempo, como el sentido del tatuaje puede ser la manera ideal para algunos de personalizar y asegurar una equidad social o un refugio en el poder del sagrado que todavía conserva el acto de tatuarse.
Nuestra sociedad ha experimentado diversas prácticas encaminadas a la modificación permanente del cuerpo para contrarrestar el miedo a no gustar, a no ser visto, amado o considerado y lo que en muchas partes del mundo, desde tiempos antiguos, se consideraba una marca que señalaba los esclavos, los prisioneros de guerras y criminales ya no es visto desde esa óptica. Recuperar siglos de inhibiciones y tabúes se ha convertido hoy en otro objeto más de consumo.
Más allá de su interpretación, no se puede negar la belleza intrínseca y su aureola de enigmas de estos tatuajes maori llenos de significado o decorativos últimamente tanto en la demanda que han despertado admiración y consentimiento. Nacidos como una cultura, también se han convertido en una moda de un fenómeno postmoderno contradictorio o ambivalente que como práctica de alteración corporal permanente los priva de su fuerza e incluso de su autenticidad.
(foto Nury Arcia)
Nuestra sociedad ha experimentado diversas prácticas encaminadas a la modificación permanente del cuerpo para contrarrestar el miedo a no gustar, a no ser visto, amado o considerado y lo que en muchas partes del mundo, desde tiempos antiguos, se consideraba una marca que señalaba los esclavos, los prisioneros de guerras y criminales ya no es visto desde esa óptica. Recuperar siglos de inhibiciones y tabúes se ha convertido hoy en otro objeto más de consumo.
Más allá de su interpretación, no se puede negar la belleza intrínseca y su aureola de enigmas de estos tatuajes maori llenos de significado o decorativos últimamente tanto en la demanda que han despertado admiración y consentimiento. Nacidos como una cultura, también se han convertido en una moda de un fenómeno postmoderno contradictorio o ambivalente que como práctica de alteración corporal permanente los priva de su fuerza e incluso de su autenticidad.
(foto Nury Arcia)